¿A qué se debe el mal olor? ¿Cómo sabemos que algo huele bien o huele mal?
Y la respuesta es… no lo sabemos, por lo menos del todo. Sabemos que cada persona tiene millones de receptores olfativos, con unos 400 genes que nos dicen si algo huele bien o mal, sin embargo, no conocemos su funcionamiento, además, estos genes varían de persona en persona. Esto significa que a alguien le puede oler bien una determinada cosa (el durián, por ejemplo, una fruta tropical de la que hablé aquí) mientras que a otra persona le resulta repugnante.
Estos receptores olfativos mandan señales a nuestras neuronas que a su vez mandan información a nuestro cerebro (¿Cómo huele? ¿A ‘qué’ huele?). También sabemos que la memoria forma una parte crucial de este sistema, gracias a la memoria podemos recordar los distintos olores y poder asignarlos a ideas (en este caso, el concepto de idea se refiere a los objetos a los que nos recuerdan los diversos olores) preconcebidas. Los niños pequeños y los bebés no conocen los olores, se basan por el instinto y tienen que sentirlos primero (y recordarlos), por lo que el mal olor de la ‘caca’ no les repugna, por dar un ejemplo algo basto. Sin embargo hay ciertos olores (conocidos como olores fuertes) que provocan rechazo a todo tipo de personas y animales, como el amoníaco.
A todo esto hay que añadirle el impacto de la psicología: se ha descubierto que esta tiene gran importancia en el sentido del olfato. Pongamos un ejemplo: mezclando ácido isovalérico y ácido butírico conseguimos un olor bastante peculiar. Sometemos a dos «víctimas» a nuestro experimento: a la primera le decimos que es vómito (huele a), pondrá cara de asco. A la segunda le decimos que es queso parmesano, esa persona lo asociará a un olor conocido y por tanto, «bueno». Esto se conoce bajo el nombre de ilusión olfativa.
Por último también hay que tener en cuenta el efecto cultural, a un vegetariano le puede desagradar el olor a carne, mientras que a otras personas se les hace la boca agua, algo similar ocurriría con la gente nativa y turistas del Sudeste Asiático con el olor del durián.
¡Qué Curioso!