Diógenes era un tipo bastante curioso, aparte de filósofo. Un día se presentó ante él Alejandro Magno, uno de los hombres más poderosos de la Antigüedad, que le preguntó: «Diógenes, ¿por qué rebuscas entre la basura?»
A lo que Diógenes respondió: «Busco los huesos de tu padre, pero no puedo distinguirlos de los de sus esclavos.»