Todos conocemos el arte abstracto, ¿verdad? Aquellos cuadros que nos dicen que valen millones, a pesar de que cualquiera de nosotros podría dibujar exactamente lo mismo… Eso pensó también un periodista sueco llamado Åke «Dacke» Axelsson que, en 1964, decidió tender una trampa a los críticos artísticos de la época junto con su amigo Pierre Brassau.
Para ello visitó el zoo más cercano y le dio a un chimpancé llamado Peter los materiales necesarios para poder empezar su carrera artística. Al principio Peter se comía las pinturas (sus favoritas eran las de color azul) pero después aprendió (o decidió) a usarlas para fines más creativos.